SI: Un niño puede oír por implante realizado en Hospital Infantil
  
En un consultorio del Hospital Materno Infantil de San Isidro, Misael Jonás -sentado sobre un banquito- juega con autitos y animales. Aunque alrededor hay médicos, familiares y autoridades municipales, él está concentrado en ese mundo que se inventa.

Todos están expectantes. Su mamá, Daiana Godoy, sonríe mientras mira con ilusión a su hijo, que en el cuero cabelludo tiene un dispositivo electrónico, un círculo pequeño del que sale un cable conectado a una computadora. Es un implante coclear, el primero que se realiza en este Hospital municipal sanisidrense.

Misael nació con hipoacusia neurosensorial profunda por lo que no habla ni oye. Tiene cuatro años y no sabe que su vida está por cambiar por completo: cuando el médico encienda el aparato que tiene implantado podrá escuchar.

En la pantalla negra se ven dos líneas horizontales rectas. Apenas empiezan a moverse, a subir y bajar, todos mantienen silencio. Mientras él imagina y juega como si estuviera solo, una fonoaudióloga se para detrás de él y agita un juguete de plástico: un sapo que cuando cierra la boca hace un ruido fuerte y seco. Lo repite varias veces.

Misael arrastra un auto, lo choca contra otro, los levanta y de pronto se queda duro, se sienta derecho y clava los ojos en la pared adelante. Sin mover el torso y con las brazos suspendidos en el aire, gira la cara hacia la derecha, baja un auto y estira la mano para agarrar el sapo. Misael escucha. Las personas en el consultorio sueltan un suspiro y la tensión se transforma en emoción.

“Estoy feliz. Quiero que hable cuanto antes, que me llame mamá y que con el tiempo pueda desarrollarse. Pensé que no lo iba a lograr porque la operación cuesta 30 mil dólares, una fortuna imposible de pagar para mí, pero se tramitó todo por el Municipio y fue rápido”, dice Daiana apenas termina la consulta.

El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que acompañó todo el procedimiento, comentó: “Es una alegría inexplicable porque ahora él va a poder escuchar, hablar, ir a un colegio sin asistencia especial y crecer con todas las posibilidades”.

Daiana, acompañada por sus papás -abuelos de Misael- contó que notaron que el nene tenía un problema hace dos años porque no hablaba y pasaba muchas horas frente al televisor.

“Le hablábamos pero él no reaccionaba entonces empezamos a averiguar y en los estudios salió que era sordo. Se nos vino el mundo abajo. Pero cuando nos dijeron que existía esta posibilidad nos volvió el ánimo. Es un proceso largo pero con paciencia y tiempo todo puede lograrse. Verlo así es hermoso. Como cualquier madre, lo que ahora más espero es que me diga mamá”, concluyó Daiana emocionada.


Cómo funciona
En un oído normal, las ondas vibratorias llegan al oído interno llamado cóclea (tiene forma de tubo enrollado en espiral), allí son convertidas en señales eléctricas que viajan hacia el cerebro a través del nervio auditivo.

En casos de hipoacusia, este equipo se coloca en la mastoides (hueso) debajo del cuero cabelludo. El aparato tiene un receptor que cuando recibe un sonido lo convierte en señales eléctricas que van al cerebro para que la persona pueda escuchar. La única pieza que queda a la vista es la que recibe el sonido.


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