Cáncer de mama | ¿Por qué es fundamental llevar una buena alimentación?
  
El cáncer de seno (mama) es un tumor maligno que se origina en las células del seno. Esta enfermedad ocurre principalmente en las mujeres, pero los hombres también pueden padecerlo. No tiene una sola causa sino que existen diferentes factores y estilos de vida, o razones genéticas, que pueden predisponer a su aparición. En la Argentina es el tipo de cáncer de mayor incidencia en las mujeres, según la 'Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer'.

Aunque aún no sabemos exactamente qué causa el cáncer de mama, sí sabemos que existen ciertos factores de riesgo asociados a la enfermedad. Un factor de riesgo es todo aquello que aumenta las probabilidades de que una persona padezca una enfermedad. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos pueden ser modificables, tal como fumar, consumir alcohol y la alimentación. Otros considerados inmodificables, como la edad de la persona, la raza o sus antecedentes familiares.

Sin embargo, los factores de riesgo no lo indican todo. El tener un factor de riesgo, o incluso varios, no significa que se desarrolle. Tal es así, que cambiar factores de riesgo que se pueden controlar como el peso corporal, la actividad física y la alimentación es de gran relevancia. Con respecto a mantener un peso corporal adecuado es fundamental porque se ha demostrado en diversos estudios de la 'Sociedad Americana contra el Cáncer', que tener demasiada grasa en la región del abdomen está asociada con un aumento en el riesgo de cáncer de mama como en otros tipos. Así también, se observó un vínculo entre la pérdida de peso y un menor riesgo para el cáncer de seno tras la menopausia.

Para ello, se aconseja realizar una actividad física de manera habitual, por lo menos 150 minutos de actividad física de intensidad moderada o 75 minutos de intensidad vigorosa por semana (o una combinación de ambas), preferiblemente repartidos a través de la semana.

En lo que se refiere a la alimentación, trataré de ser concreta y a la vez resaltar las indicaciones más relevantes. En primer lugar, siempre aconsejo a mis pacientes consumir alimentos y bebidas sin azúcar agregada, puesto que la célula cancerígena se alimenta de glucosa. Esto es sustancial, aún en pacientes con normopeso o adelgazados producto del tratamiento oncológico. Lo que no quiere decir que no necesitemos azúcar, simplemente me sitúo en el paciente con cáncer y saber que esa glucosa necesaria para nuestro cerebro se cubre con otros alimentos como frutas, verduras, cereales integrales, etc.

Otras de mis indicaciones es, acostumbrarse a leer las etiquetas nutricionales de los alimentos para estar más consciente de las calorías, contenido de azucares, sodio y el tamaño de las porciones.

Por otro lado, limitar el consumo de carnes procesadas como fiambres, salchichas, carnes ahumadas, etc. Optar por pescados, ya que estos son fuentes de grasas saludables (omega 3, excelente anticancerígeno) presentes en salmón, atún, arenque, caballa, entre otros. Es importante además, consumir por lo menos una cantidad equivalente a 2 o 3 unidades de frutas al día, para lograr esto consuma una después de cada comida, y luego en alguna colación.

Tener en cuenta que si está bajo tratamiento debe ser consumida en cocido (horno, en compota) y sin azúcar agregada, ni saborizantes. Consumir verduras tanto en almuerzo y cena de todos los colores, como: calabaza, zanahoria, espinaca, hongos, tomate, coles, etc., indicados al igual que las frutas, siempre cocidos.

Elegir productos de granos enteros (integrales), en vez de productos de granos refinados, como panes, pastas y cereales de granos enteros o integrales (los hechos con base de cebada y avena); asimismo, consuma arroz integral en lugar de arroz blanco. También, es de gran utilidad conocer los aceites más aconsejados tales como: chía, canola, palma, oliva y soja por presentar la mejor relación entre omegas 6-3. Resaltar el consumo de antioxidantes presentes en té verde, café verde, aceites, avellanas, almendras, frutas y verduras.

Por último, mencionar un reciente estudio publicado en la revista 'International Journal of Oncology', donde se comprobó que el ácido retinoico, un derivado de la Vitamina A abundante en la zanahoria, por ejemplo, ayuda a convertir las células pre-cancerosas de nuevo a las células mamarias normales y sanas.



Lic. Carolina Ramos | Mat: 2181 (Bs As) 1185 (Santa Fe)
Lic. en Nutrición Prof. Universitaria.
Curso de Postgrado en nutrición oncológica Otorgado por la Sociedad Argentina de Nutrición Clínica.
Integrante del Centro Médico – Fundación OncoSalud

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