La incidencia de la demencia se redujo un 20% por década desde los años 70
  
La proporción de mayores que desarrollan demencia es menor, pero la cifra de pacientes sigue creciendo por causa del envejecimiento poblacional.
De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a día de hoy conviven en todo el mundo 47,5 millones de personas con demencia. Tal es así que la demencia, conjunto de enfermedades neurodegenerativas entre las que, dada su enrome prevalencia, destaca la enfermedad de Alzheimer, ha sido catalogada como la ‘epidemia del siglo XXI’.

Sin embargo, la incidencia de la demencia podría estar descendiendo, lo que implicaría que si bien no se puede curar o frenar –aún no contamos con tratamientos efectivos para ello–, sí puede ser prevenida o retrasada. Así lo muestra un estudio internacional dirigido por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Boston (EEUU), en el que se incide en la necesidad de incrementar las investigaciones sobre los factores demográficos, ambientales y de estilo de vida de la demencia para, así, consolidar esta tendencia descendente.

Entonces, ¿podemos esperar que el número de casos de demencia disminuya en los próximos años? No. La prevalencia crecerá, y mucho, porque la cifra de personas en riesgo de desarrollar demencia –esto es, los mayores de 65 años– está aumentando progresivamente dado el envejecimiento poblacional en todo el planeta. De hecho, la OMS estima que la cifra de pacientes será de 75,6 millones en 2030 y de 135,5 millones en 2050. Lo que indica el estudio es que el porcentaje de mayores que desarrollarán la enfermedad será, probablemente, menor.

La Dra. Sudha Seshadri, directora de esta investigación publicada en la revista ‘The New England Journal of Medicine’, explicó que «aún en la actualidad no tenemos tratamientos efectivos para prevenir o curar la demencia. Sin embargo, nuestro estudio alienta la esperanza de que algunos casos de demencia puedan ser prevenidos, o cuando menos demorados, con medidas de prevención primarias –evitar que aparezca la enfermedad– o secundarias –una vez presentada, evitar que evolucione a una forma clínica avanzada en la que la sintomatología sea evidente».

Un 20% por década
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado los datos del Estudio de Framingham, trabajo cuyos participantes han sido profusa y continuamente monitorizados para detectar el desarrollo de deterioro cognitivo o de demencia desde el año 1975.

Concretamente, los autores evaluaron las tasas de demencia al final de cada una de las cuatro décadas registradas –desde los años 70 hasta la década 2001-2010–, prestando una especial atención a cada uno de los factores que pudieran explicar una posible reducción de esta incidencia –entre otros, la educación, el tabaquismo y distintas enfermedades como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemia.

Los resultados mostraron una reducción promedio de la incidencia de demencia de un 20% por década.


Y esta disminución, ¿fue homogénea para todos los tipos de demencia, caso del alzhéimer? No. De hecho, resultó mucho mayor en el subtipo de demencia causado por las enfermedades cardiovasculares, caso del ictus. Y es que como destacan los autores, «también observamos una reducción del impacto de las enfermedades cardiovasculares, lo que denota la importancia de la prevención de estas patologías y del tratamiento efectivo del ictus».

Es más; la incidencia de la demencia sólo se redujo en las personas con un elevado nivel educativo.

El estudio, lógicamente, tiene sus limitaciones. Los autores reconocen no haber analizado el papel que han jugado los cambios en la dieta y el ejercicio físico sobre la incidencia de demencia a lo largo de estas cuatro décadas. Y de la misma manera, también reconocen que la gran mayoría de participantes en el Estudio Framingham son de ascendencia europea, por lo que quizás no resulte del todo extrapolable a otras poblaciones.

Sea como fuere, la Dra. Carole Dufouil, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (Inserm) en Burdeos y co-autora del estudio, dijo que «el estudio muestra que la prevención primaria y secundaria, así como las mejoras en el abordaje de las enfermedades cardiovasculares, el ictus y sus factores de riesgo, podrían ofrecer una oportunidad para reducir la carga proyectada de demencia para los próximos años».

O dicho de otro modo, como concluyó la Dra. Seshadri, «las medidas de prevención efectivas podrían minimizar la explosión del número de personas afectadas por la enfermedad en las próximas décadas».
 
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