Nueva herramienta permite saber cuál es el riesgo de cáncer de mama
  
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada 30 segundos se diagnostica un nuevo caso de cáncer de mama en algún lugar del mundo y hasta 1 de cada 8 mujeres desarrollará el tumor a lo largo de su vida. Y ahora, un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad John Hopkins en Baltimore (EEUU) han desarrollado un nuevo modelo que permite predecir el riesgo de cada mujer de desarrollar el tumor, lo que facilitará identificar a aquellas en mayor riesgo para la adopción de las medidas preventivas pertinentes.

Concretamente, y según el estudio, publicado en 'JAMA Oncology', la probabilidad de cáncer de mama antes de cumplir los 80 años de una mujer de raza blanca de 30 años con un riesgo medio de desarrollar el tumor es, cuando menos en Estados Unidos, del 11,3%. Lógicamente, esta probabilidad varía en función de los factores de riesgo, muchos de ellos modificables, que acumule la mujer, siendo la probabilidad mínima de un 4,4% y la máxima de un 23,5%.

Nilanjan Chatterjee, director de la investigación, explicó que «nuestros resultados ilustran el valor potencial de la estratificación del riesgo para mejorar la prevención del cáncer de mama, muy especialmente en lo concerniente a la toma de decisiones sobre la modificación de los factores de riesgo a nivel individual».

Para el desarrollo de su modelo de predicción del riesgo de cáncer de mama, los autores analizaron los historiales de más de 17.000 pacientes diagnosticadas del tumor y de cerca de 26.000 mujeres sin la enfermedad, lo que permitió determinar la influencia de cada uno de los factores de riesgo de cada mujer en el desarrollo, o no, del tumor.

¿Y qué factores de riesgo contempla el modelo? Pues de todo tipo: desde factores epidemiológicos –como el historial familiar, la dieta y el tabaquismo, el historial reproductivo y el índice de masa corporal (IMC)– hasta factores genéticos –entre otros, 92 variaciones de genes que, combinadas, se sabe que están relacionados con el tumor, además de las consabidas mutaciones en ‘BRCA1’ y ‘BRCA2’.

Así, los resultados han permitido identificar que el principal factor de riesgo para el cáncer de mama es, sencillamente, la edad. Como indicaron los autores, «el modelo muestra, por ejemplo, que el 16% de las mujeres de 40 años tienen el riesgo medio que presenta la población femenina que ya ha alcanzado los 50, por lo que podrían beneficiarse si fueran incluidas de forma más precoz en los programas de cribado del cáncer de mama».

En definitiva, el modelo permite identificar a las mujeres que, ya sea por una cuestión genética o un historial familiar de la enfermedad, tienen mayor riesgo de padecer el tumor. Y una vez identificadas, y si bien es cierto que ni los genes ni los antecedentes se pueden cambiar, deben adoptar hábitos de vida saludable para reducir su riesgo.

Como apuntan los investigadores, «las mujeres con alto riesgo pero con un IMC bajo y que, además, ni fuman ni consumen alcohol y no están en tratamiento con terapia hormonal sustitutiva, tienen un riesgo similar a las de aquellas con una probabilidad media de padecer el tumor, esto es, cerca de un 11% antes de alcanzar los 80 años».

Un 30% prevenibles
De hecho, los resultados muestran que cerca de un 30% de los casos de cáncer de mama podrían ser prevenidos con la modificación de algunos factores de riesgo ya conocidos, caso de la evitación del tabaquismo y el alcohol, la pérdida de peso y la no utilización de terapias hormonales sustitutivas. Y de este 30% prevenible, la mayoría de los casos se concentra en las mujeres que, al presentar factores no modificables –sobre todo los genéticos y la historia familiar–, se encuentran en alto riesgo.

Nilanjan Chatterjee afirmó que «la gente piensa que su riesgo genético para el desarrollo de un cáncer está, digamos, esculpido en piedra. Pero aunque uno no pueda cambiar sus genes, lo que nos indica este estudio es que incluso aquellas personas con un elevado riesgo genético pueden cambiar su probabilidad de padecer el tumor mediante la adopción de hábitos de vida saludable, caso de una alimentación adecuada, la práctica de ejercicio físico y la cesación tabáquica».

Y este modelo o herramienta, ¿es aplicable a todas las mujeres? Pues no; solo es válido para las mujeres de raza blanca. Como concluyen los autores, «necesitamos más estudios para conocer la asociación entre las variantes genéticas y el riesgo de cáncer de mama en otros grupos étnicos».
 
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