Entre el 10 y el 20% de la población mundial padece acúfenos
  
Es la percepción de sonidos sin haber en el entorno una fuente externa que los provoque, socialmente conocidos como zumbidos o silbidos en el oído.
El oído humano no está hecho para soportar niveles de ruido elevados, es decir, que estén por encima de los 80 decibeles (dB).

Si bien contamos con un sistema de protección auditiva que se genera por la contracción de los músculos del martillo y del estribo, este es un mecanismo de defensa débil para los ruidos de impacto.

La industria moderna y el avance de la ciencia han dado lugar al surgimiento de nuevas patologías, de las cuales el aparato auditivo no queda excluido. El hombre actual está inmerso en ruidos de todo tipo, que se encuentran no sólo en el ámbito laboral, sino también en las actividades cotidianas, como pueden ser las bocinas de los autos, las sirenas de las ambulancias, los sonidos de la construcción, de lugares recreativos (gimnasios, discotecas, fiestas), sistemas electrónicos (parlantes/altavoces), etc.

Según investigaciones del CONICET, entre el 10 y el 20 % de la población mundial padece acúfenos (la percepción de sonidos que no existen en el entorno, conocidos socialmente como zumbidos o silbidos). Esto se traduce en un total de entre 750 y 1.500 millones de personas que sufren formas severas que llegan a inhabilitarlos en el aspecto personal, social y laboral.

Los acúfenos se dan por varias causas, que van desde afecciones auditivas previas hasta un desorden metabólico, una infección, sometimiento a un stress prolongado o la exposición a ruidos intensos, entre otros. Pero se ha definido como principal causa al trauma acústico (daño auditivo inducido por ruido), el cual puede ser agudo o crónico.

Es agudo cuando se puede intervenir farmacológicamente y esto genera su desaparición o bien si se desaparece después de un descanso auditivo. Por el contrario, se convierte en crónico cuando se reitera incluso después de un descanso auditivo.

Al volverse crónico, las células del oído no se regeneran y se provoca un daño de tipo perceptivo e irreversible conocido como hipoacusia neurosensorial inducida por ruido, la cual puede causar sensación de oídos tapados y mareos, acúfenos e hiperacusia (sensibilidad y molestia a los sonidos) o, en el peor de los casos, generar dolor de oídos o algiacusia.

Claro queda entonces que el “daño auditivo” no es exclusivo de trabajadores fabriles, sino que lo sufren todas las personas desde edades tempranas por estar expuestas a sonidos por encima de niveles que el oído es capaz de soportar.


Dicho todo esto, ¿qué se puede hacer para prevenir estos daños auditivos?

La respuesta es fácil: tomar conciencia. Proveer información desde los niveles escolares más bajos, a edades tempranas, que indiquen los peligros del ruido y la importancia de tener buenos hábitos auditivos para conservar la salud de la audición.

Un dato muy relevante a considerar es que el daño no se percibe en el momento y es acumulativo, por lo que al momento de sentir la molestia significa que el daño ocasionado ya no es reversible.

Existen varias legislaciones y normativas en relación con el ruido, algunas de las cuales se refieren específicamente a él y otras lo incluyen como parte de una problemática más amplia. Para esto contamos con una legislación laboral que protege directa o indirectamente al trabajador, regulando los niveles de exposición y también existen disposiciones ambientales que protegen a la comunidad.

Según el estudio epidemiológico más importante realizado en Gran Bretaña, el 51% de los pacientes con acúfenos intensos acude a la consulta de atención primaria (médico clínico), lo cual retrasa el diagnóstico y el tratamiento, además de ensombrecer el pronóstico. Es por esto que lo más recomendable es agendar directamente una consulta con un otorrinolaringólo o visitar una guardia especializada en la temática.

Y en el caso de las hipoacusias de aparición espontánea, sin causa predeterminada, que se instalan inmediatamente o en un lapso de algunas horas, las estadísticas demuestran que el grado de recuperación espontánea es importante y los valores de mejoría se estiman entre un 40 y un 70 % a partir de los distintos tratamientos.


A mayor volumen, mayor daño
  • 80 dB: es el límite de volumen que tolera el oído humano
  • 85 dB: a partir de 8 horas produce daño
  • 88 dB: a partir de 4 horas produce daño
  • 91 dB: a partir de 2 horas produce daño
  • 94 dB: a partir de 1 hora produce daño
  • 97 dB: a partir de 30 minutos produce daño
  • 100 dB: a partir de 15 minutos produce daño
  • 115 dB: a partir de 30 segundos produce daño
Susana Domínguez | Fonoaudióloga
Especialista en el tratamiento de acúfenos e hiperacusia de INEBA
 
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