Por qué el envejecimiento nos hace más vulnerables a las infecciones
  
Según envejecemos, nuestro cuerpo se vuelve más vulnerable a las infecciones. O más exactamente, nuestro sistema inmune pierde progresivamente su capacidad para responder a los ataques de los virus, los hongos y las bacterias. Pero, ¿esto por qué sucede? Pues según se ha creído tradicionalmente, porque las células del sistema inmune experimentan un deterioro de su rendimiento con el paso de los años. Sin embargo, parece que, en realidad, no es así.

Y es que según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), lo que sucede es que la acción de las células inmunitarias, y más concretamente los linfocitos T, se lleva a cabo de una forma cada vez más descoordinada, lo que resulta en una pérdida de la ‘potencia’ o eficacia de la respuesta inmune frente a los invasores. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.

Duncan Odom, co-director de esta investigación publicada en la revista "Science" dijo «imagine el sistema inmune como un ‘ejército de células’, siempre listo para proteger al organismo frente a las infecciones. Nuestro trabajo revela que este ejército está bien coordinado en los animales jóvenes, con todas las células trabajando juntas y operando como una falange griega para bloquear la infección. Y es que esta estrecha coordinación hace que el sistema inmune sea más fuerte y le permite combatir la infección de forma más efectiva. El problema es que cuando un animal envejece, esta coordinación celular se viene abajo. Así, y si bien las células individuales todavía son fuertes, la falta de coordinación entre las mismas provoca que su efectividad colectiva sea menor».

En las últimas décadas se han desarrollado infinidad de estudios para identificar las causas que explican el deterioro en las funciones de diversos órganos y sistemas del cuerpo con el paso de los años. Es el caso, entre otros, del sistema inmune, cuya pérdida de efectividad hace que seamos más vulnerables a las infecciones. Por ello, los autores del nuevo estudio se han centrado en los linfocitos T CD4+, responsables de la coordinación de la respuesta de todas las células inmunitarias –caso de la producción de anticuerpos por los linfocitos B y de la fagocitosis de un ‘cuerpo extraño’ por los macrófagos– frente a un organismo invasor.

En el estudio, los autores emplearon técnicas de secuenciación de células individuales –o de ‘célula única’– de alta resolución para ver qué cómo la edad afecta a la variabilidad intercelular. Y para ello, secuenciaron el ARN de linfocitos CD4+ tanto naïve –o recién formados y, por tanto, ‘vírgenes’ en el combate– como ‘de memoria’ –es decir, que ya han sido expuestos a un antígeno específico– de ratones jóvenes y longevos.

Según John Marioni, co-director de la investigación, «uno puede pensar en la secuenciación del ADN como en un batido de frutas. La tecnología tradicional de secuenciación sería un poco como tomar un sorbo de este batido y después tratar de adivinar cuáles son los ingredientes. Sin embargo, las técnicas genómicas de células individuales nos permiten estudiar los ingredientes individualmente, por lo que podemos mirar directamente a cada uno de los constituyentes. Esto implica que la secuenciación de células individuales nos permite echar un vistazo a millares de genes en un momento dado».

Los resultados mostraron que, comparada frente a los de sus homónimos más jóvenes, la expresión de los genes de los linfocitos T CD4+ de los ratones más longevos era mucho más variable. O dicho de otra manera, ante la llegada de un agente infeccioso, los linfocitos respondían de forma heterogénea y expresaban genes distintos. Así, y dado que parecía que cada linfocito actuaba como ‘le daba la gana’, las células no iban ‘todas a una’. Una falta de coordinación que, por el contrario, no se observó en el caso de las células inmunes de los animales jóvenes. Por tanto, puede concluirse que esta sincronización en la respuesta se pierde con la edad.

Nils Eling, co-autor de la investigación, afirmó que «la ventaja del análisis de la expresión génica de células individuales es que detecta cómo las poblaciones celulares sincronizan su respuesta. Y resulta ciertamente interesante ver cómo el envejecimiento deteriora de forma significativa esta respuesta. Un fenómeno que nunca se había visto hasta ahora».

En definitiva, el deterioro de la respuesta inmune asociado a la edad parece que no es el resultado de una pérdida de la fuerza de las células inmunitarias, sino la consecuencia de una falta de coordinación en esta respuesta. Y esta pérdida de la sincronización, ¿es exclusiva del sistema inmune o sucede también en el resto de órganos? Pues aún no se sabe, pero este nuevo estudio muestra la vía para profundizar en la exploración de los mecanismos asociados al envejecimiento en todos los tipos de células.

Y Celia Pilar Martínez-Jiménez, co-autora de la investigación, concluyó diciendo que «hay un gran interés en averiguar cómo se produce el envejecimiento biológico. Pero la verdad es que sabemos muy poco sobre el envejecimiento molecular».
 
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