Hasta ahora no se ha aprobado el uso de cannabis para tratar el Parkinson
  
Hay un creciente interés en la población de pacientes sobre el papel del cannabis en el tratamiento de la Enfermedad de Parkinson (EP), la cual es padecida aproximadamente por 1 de cada 1000 mil personas y es el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente (luego de la Enfermedad de Alzheimer).

El cannabis, conocido comúnmente como marihuana, es una sustancia psicoactiva extraída de la planta Cannabis Sativa, utilizada durante décadas para fines medicinales y recreativos. Contiene más de 450 compuestos químicos, entre ellos 105 cannabinoides.

Dentro de los que poseen efectos pscicoactivos se destaca el Tetrahidrocannabinol, que produce dificultad en el pensamiento y atención, descoordinación de los movimientos, relajación, desinhibición, aumento del ritmo cardiaco y presión arterial. En cambio, el Cannabidiol no posee estos efectos, por lo que ha generado gran interés en el campo de la investigación y práctica médica.

Los estudios clínicos realizados hasta ahora entregan información contradictoria y es necesario realizar más de este tipo de ensayos controlados en pacientes para determinar el beneficio efectivo del uso de cannabis. Hasta el momento no es un tratamiento aprobado para la EP.
Medidas farmacológicas y no farmacológicas

El tratamiento de la EP incluye medidas farmacológicas y no farmacológicas. La principal droga que se utiliza para la mejoría de los síntomas de los pacientes es la levodopa, aunque se sabe que su uso trae algunas complicaciones en el mediano y largo plazo. También son muy utilizados los llamados agonistas dopaminérgicos que, al igual que la levodopa, intentan subsanar la disminución de dopamina en el cerebro de los pacientes con EP.

Otras drogas se utilizan para enlentecer la progresión de la enfermedad y para el tratamiento de síntomas específicos. En algunos casos seleccionados los pacientes pueden beneficiarse con el tratamiento quirúrgico de la EP, que consiste en la implantación dentro del cerebro de electrodos, que conectados a un estimulador que se coloca debajo de la piel del paciente permiten reducir los requerimientos de medicación y mejorar algunas de las complicaciones de la enfermedad. No es un tratamiento curativo.

Es importante recalcar el papel en el tratamiento de las medidas no farmacológicas, incluyendo en este aspecto la actividad física convencional, la kinesiología, terapia ocupacional, fonoaudiología y otras áreas como la musicoterapia, la danza y la psicología.

El 11 de abril se celebra el Día Internacional de la Enfermedad de Parkinson, recordación que se efectúa en conmemoración del nacimiento de James Parkinson, médico que describió por primera vez esta enfermedad en 1817.
La EP comienza en general luego de los 50 años (aunque se describen casos en menores de 40 años y aún en niños) y el riesgo de padecerla se incrementa con la edad. Se calcula que en nuestro país afecta a alrededor de 80.000 personas.
Es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por afectar principalmente la capacidad de movimiento, provocando como síntomas fundamentales lentitud (también llamada bradicinesia), rigidez muscular y temblor, además de otros trastornos que acompañan la evolución de la enfermedad. También es frecuente la aparición de trastornos posturales en el equilibrio y la marcha, disfonía (voz susurrante), alteraciones en la escritura (con trazos pequeños, micrografía) y la pérdida de la expresión facial.
Afecta los neurotransmisores
La causa de la enfermedad no está aclarada en su totalidad, aunque se han producido muchos avances al respecto. Se sabe que en un lugar del cerebro llamado sustancia negra se produce una pérdida en el número de neuronas y una disminución en la producción de un neurotransmisor llamado dopamina, que es vital en la generación y facilitación del movimiento.

Hay más neurotransmisores afectados en la EP que explican otros síntomas como la depresión, alteraciones cognitivas y trastornos autonómicos (alteraciones de la presión arterial, incontinencia de esfínteres y sudoración, entre otros).

Se descubrió la importancia de síntomas previos a la aparición de los trastornos del movimiento denominados “síntomas premotores”, que incluyen la pérdida del olfato, la constipación, la depresión crónica y la alteración del sueño REM (patología del sueño que incluye la presencia de sueños vividos, con pesadillas y movimientos durante el mismo).

La causa más común del temblor no es la EP
Es importante señalar que la EP debe ser diferenciada de otras entidades que pueden dar síntomas similares, llamadas genéricamente “parkinsonismos”. Estos son cuadros que comparten algunos signos y síntomas con la EP, pero que están producidos por otras causas diferentes a la EP, como el llamado parkinsonismo medicamentoso producido ciertas drogas (algunas de uso generalizado entre la población, otras de uso psiquiátrico y otras ilegales).

También accidentes cerebrovasculares, traumatismos de cráneo, tumores y otros cuadros neurodegenerativos pueden dar síntomas similares a la EP y deberán ser diferenciados. Por otro lado, una de las fuentes de error más frecuente es la incorrecta interpretación del temblor que puede presentar un paciente, teniendo en cuenta que la causa más común de temblor no es la EP sino otra enfermedad denominada temblor esencial. Se han descubierto alteraciones genéticas que favorecen el desarrollo de la EP, aunque los casos de EP hereditaria son muy poco frecuentes.

Diagnóstico de la EP
El diagnóstico de la EP se hace en base al interrogatorio y el examen físico neurológico principalmente y los estudios complementarios (tomografía computada, resonancia magnética, etc.) que en general se solicitan para descartar otras enfermedades que pueden parecerse.



Dr. Hernán Pavón - M.N. 83017
Integrante del Equipo de Movimientos Anormales
Servicio de Neurología del Hospital Alemán

Dra. Cynthia García Fernández - M.N. 115748
Integrante del Equipo de Movimientos Anormales
Servicio de Neurología del Hospital Alemán
 
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