¿Qué es la Psicopatía?
  
La psicopatía es un trastorno psíquico caracterizado por deficiencia de control de las emociones e impulsos, impulsividad, insuficiencia de adaptación a las normas morales o sociales y tendencia a la actuación y conductas antisociales.

También es relevante ofrecer una definición perteneciente al ámbito criminológico, que es la siguiente: “psicópata es aquél individuo que sufre un trastorno de la personalidad asociado con un estilo de vida socialmente desviado, tendente a ignorar las normas sociales para satisfacer su propio déficit de estimulación”.

De aquí podemos concluir que el individuo presenta un trastorno de personalidad, que no se considera enfermedad mental, ya que es consciente de lo que hace. En psicología un trastorno mental es definido como una perturbación relativa a uno mismo, a los otros y con respecto al ambiente que es crónica, evidente desde la infancia y la adolescencia y persistente durante la edad adulta.

Se la diagnostica, según el DSMIV (Manual de diagnóstico de Psiquiatría) dentro de los Trastornos de Personalidad, como un Trastorno Antisocial de la Personalidad.

Los psicópatas suelen cometer actos impulsivos e irresponsables que pueden estar o no fuera de la ley, porque ignora las normas sociales. Con “ignorar” no nos referimos a que las desconozca, sino a que le dan igual. La razón por la cual el individuo no sigue las normas suele ser porque eso satisface su déficit de estimulación.

La personalidad de los psicópatas
Estas personas son emocionalmente insensibles, manipuladoras y poseen un gran egocentrismo. Lo que diferencia al psicópata de otros trastornos son sus rasgos y el hecho de que disfruta haciendo lo que hace.

Las personas con trastornos antisociales no suelen estar felices con su forma de ser; no obstante, los psicópatas no ven razón alguna para cambiar. Son arrogantes, superficiales, engañosos y manipuladores; en el mundo afectivo, sus relaciones son poco profundas y volátiles, y son incapaces de desarrollar vínculos sólidos con la gente.

También carecen de empatía, ansiedad o sentimientos de culpa y, desde el plano de la conducta, son irresponsables, impulsivos, buscadores de sensaciones y predispuestos a la delincuencia.

Superficial, grandioso y engañoso
El psicópata busca encandilar y seducir a la persona que tiene delante. Suele causar buenas impresiones a los demás, para lo cual utiliza diferentes estrategias: simular emociones que no tiene, contar historias que le dejan en buen lugar y hallar excusas fáciles para justificar su conducta.

Cuando la seducción no da resultado, a veces los psicópatas prefieren ser hostiles para intimidar a quien no puede convertir en aliado. Si las historias del psicópata no son creíbles o son vistas como inconsistentes, intentará cambiar la conversación o interrumpirla, o bien intentará reducir la credibilidad de su adversario mediante insultos.

La arrogancia es un rasgo muy definitorio de la personalidad psicopática; suelen tener mucha seguridad en sí mismos. Una persona que se cree superior a los demás no dudará en engañar y manipular a las personas de su entorno.

Ausencia de culpa, ausencia de empatía y no aceptar la responsabilidad de lo que hace
Estos rasgos definen las relaciones afectivas del psicópata. Los psicópatas no desconocen que lo que hacen es ilegal, dañino o inmoral; simplemente, eso no les interesa. La ausencia de remordimientos está relacionada con una incapacidad para sentir las emociones sociales fundamentales, aquellas que nos permiten relacionarnos con los demás.

Ésta es la razón por la que los psicópatas son descritos habitualmente como “fríos”, porque parecen estar desconectados de las emociones que deberían poder sentir. Sin emociones reales de empatía, amor, felicidad o tristeza no es posible vincularse con nadie de forma sincera, y, por consiguiente, tampoco es posible tener sentimientos de culpa.

El modo en que el psicópata establece la relación con los demás es buscando siempre su beneficio personal, y puede hacerlo muy fácilmente porque no tiene el freno de la conciencia ni puede sentir el dolor que causa.

Por tanto, es inútil pedir a un psicópata que se responsabilice de su conducta; siempre tiene una explicación, bien basada en la suerte o en la conducta de la víctima, que provocó lo ocurrido.

Impulsividad y falta de sentido común
Muchos psicópatas actúan sin pensar en las consecuencias, bajo el deseo momentáneo de lograr algo y de sentirse bien, sin otras consideraciones. Sienten una necesidad de cambio permanente que dificulta que adquieran una formación sólida (pierden o cambian de empleo, asumen conductas arriesgadas), y se suma a su pobreza afectiva para malograr las relaciones auténticas con la gente.

La ausencia de sentido común en los psicópatas brilla en sus conductas irresponsables y fuera de lugar y en la ausencia de metas realistas. Cuando se contempla la vida del psicópata con una cierta perspectiva, se puede ver que no va hacia ningún sitio definido, aunque éste pueda dar explicaciones fantásticas sobre lo que va a lograr.

Es como si la noción del futuro no tuviera sentido real para él, y por ello no siente interés por reflexionar sobre lo que pueda ocurrir.

Conducta antisocial y delictiva
La capacidad para la violencia, para burlar las leyes y cometer delitos es el cuarto rasgo habitual en el psicópata. Otra faceta del poco sentido común que poseen se encuentra en la rapidez con que muchos de ellos reaccionan con rabia intensa y poco después se olvidan de ello tan fácilmente como perdieron la compostura.

Los psicópatas pueden no ser delincuentes, pero, de entre los criminales, son los más dañinos, reincidentes y violentos. Cuando el sujeto no ha crecido en un buen ambiente donde ha aprendido a canalizar sus deseos de modo no ilegal, tiene muchas probabilidades de convertirse en psicópata.

Las emociones de los psicópatas
El mundo emocional de los psicópatas es muy pobre, ya que no suelen tener reacciones emocionales profundas y persistentes. De la ausencia de experiencias emocionales derivan otros déficits del trastorno, porque le impide orientar su conducta de una forma apropiada.

Aquí vamos a revisar las cinco emociones fundamentales de lo que podemos calificar como emociones sociales, imprescindibles para crear relaciones auténticas con los demás y para tener una vida con un propósito.

Miedo o ansiedad
La ausencia o el déficit de miedo en los psicópatas es posiblemente lo que explique que no puedan modificar su conducta en situaciones que la gente halla desagradables o dolorosas; no se sienten intimidados por la amenaza de un castigo, porque tienen menor capacidad para sentir miedo o para anticiparlo en su mente.

Ira o cólera
Para el estadounidense Dr. Hervey Cleckley (1903-1984), uno de los grandes científicos que estudiaron la psicopatía, la cólera está ausente en los psicópatas, mientras que otros opinan que el psicópata sufre una cólera extrema y persistente que dirige a los demás.

Determinada investigación señala que el psicópata experimenta la misma ira que el no psicópata, pero tiene una mayor capacidad para ocultarla en su rostro, es decir, una expresión facial reducida de la ira.

Ahora bien, si es cierto que los psicópatas sienten cólera igual que el resto de personas, los efectos de ésta son más devastadores en su caso, ya que no se encuentran limitados por la conciencia del daño que comete o los efectos de su acción en las víctimas.

Tristeza y depresión
El Dr. Cleckley afirmó que en el psicópata se halla ausente el dolor, la desesperación y la depresión, porque no pueden sentir tristeza por pérdidas de personas o proyectos, ni tampoco existe una discrepancia entre el yo real y el ideal.

Algo habitual entre las personas es sentirse contrariado o desesperanzado por no lograr lo que se anhela, pero los psicópatas, al sentirse excepcionales y superiores al resto de personas, no ve nada que pueda echar de menos.

Amor y felicidad
Definimos “felicidad” como un estado emocional que deriva de obtener y tener lo que deseamos y de sentirnos bien. El Dr. Cleckley no creyó en este sentimiento para el psicópata, pero otros autores sí lo creen, aunque lo describen como algo transitorio.

La ausencia de empatía no permite al psicópata sentir placer observando la felicidad de los demás; esto solo le provoca envidia y codicia. Su alegría estaría severamente limitada, además, por su habitual estado de buscar señales en el entorno que puedan suponer una amenaza para él o una oportunidad para sacar ventajas.

Algunos autores sugieren que el psicópata solo puede sentir alegría a través del control y dominio de los demás. Ya que no pueden establecer relaciones reales con el resto de personas, tampoco pueden amar.

Empatía
La empatía puede ser cognitiva o emocional. La primera significa que alguien es capaz de comprender, intelectualmente, lo que una persona piensa o siente. La empatía emocional implica sentirse como lo hace el otro, ponerse en sintonía afectiva con la persona con la que se está comunicando.

Es esta empatía la que actúa como freno de la violencia, y aunque ésta no sea posible sin la empatía cognitiva, es posible tener solo la primera sin llegar nunca a la segunda. Esto es lo que les pasa a los psicópatas; pueden atribuir estados mentales (de hecho, si no pudieran, no tendrían tanta facilidad para manipular y engañar), pero no son capaces de ponerse en el lugar de otra persona.

Tipos de psicópatas
La clasificación más aceptada sobre los tipos de psicópatas se divide en dos: psicópatas integrados y psicópatas criminales.

Psicópatas integrados
Son personas integradas que no llegan a relacionarse plenamente con los demás, que tienen que aprender a manejarse sin entender los sentimientos.

Podemos diferenciar aquí entre los que presentan psicopatía al reconocerse por la sociedad como genios o autoridades artísticas (grupo A), aquellos psicópatas asesinos que no han salido a la luz (grupo B) y, por último, los jefes de estado y personas que ostentan un alto poder como políticos, policías, altos cargos que pueden terminar, en el peor de los casos, como genocidas o criminales de guerra (grupo C).

Algunos psicópatas integrados pueden pasar de integrados a ser reconocidos como delincuentes o criminales (especialmente en el caso de aquellos que pertenecen al grupo B y C, dentro de los integrados).

Los pertenecientes al grupo B, por ser descubiertos, y los pertenecientes al grupo C, debido a que ostentan cargos de mucho poder, pueden acabar ejerciendo abuso de autoridad. Un ejemplo de éste último serían los jefes de gobierno que terminan convirtiéndose en genocidas o criminales de guerra.

Psicópatas criminales o delincuentes reconocidos
Aquí encontramos al subtipo psicópatas subculturales, que provienen de la subcultura del crimen y suelen ser los más brutales, y los psicópatas ex integrados, que no tienen antecedentes previos.

Cabe destacar que el número de psicópatas criminales reconocidos es mucho menor al existente, ya que muchos pasan fácilmente desapercibidos ante nuestros ojos.

El desarrollo de un psicópata
La psicopatía tiene raíces biológicas. Se cree que hay fallos en el funcionamiento de la amígdala, el órgano encargado de las emociones, y el lóbulo prefrontal, que se ocupa de deliberar y ejecutar los planes de acción.

El funcionamiento anómalo del lóbulo prefrontal explicaría la incapacidad de los psicópatas para tomar decisiones razonables. Los estudios del portugués Dr. António Damásio con personas que han sufrido lesiones importantes en este lugar demuestran que éstas parecen perder su “sensatez”, se vuelven irritables y parecen perder todo sentido de la ética, pero no parece haber deterioro en su inteligencia ni en su capacidad de analizar teóricamente las distintas situaciones.

La base biológica de la psicopatía es lo que la diferencia de la sociopatía. Los sociópatas son personas capaces de realizar actos psicopáticos sin tener una personalidad psicopática de nacimiento.

Estas personas han adquirido esta personalidad por brutalidad e ignorancia de sus padres y las personas que lo rodean (“socio” viene de “sociedad”). Hay aspectos de su temperamento que les facilita haber llegado a ser de esa forma, pero en un ambiente distinto probablemente no habrían llegado a tal punto.


Ref:
1 Diagnostic Statistic Manual of Mental Disorders - V
2 Butcher, J. N., & Rouse, S. V. (1996). Personality: Individual Differences and Clinical Assessment. Annu. Rev. Psychol., 47, 87-111.
3 Lynam, D. R., & Gudonis, L. (2005). The Development of Psychopathy. Annu. Rev. Clin. Psychol., a, 381-407.
 
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