Dolores de cabeza: molestia común con poco diagnóstico y mucho auto tratamiento
  
Cefalea es el término con el que se denomina usualmente al dolor de cabeza y es una de las formas más frecuentes de expresión del dolor en el ser humano y que se da en cualquier parte de la cabeza o el cuello.

Aunque específicamente la cefalea se define como un dolor en la cabeza, puede ser también una irradiación del dolor hacia el cuello y muchos dolores pueden difundirse desde adelante a atrás o inversamente.


La cefalea no es un diagnóstico, sino un síntoma
Las cefaleas son uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso y una de las principales causas de consulta médica. Si bien hay distintas versiones en cuanto a las cifras epidemiológicas relacionadas a su incidencia o prevalencia, se calcula que más de la mitad de los adultos a nivel global las han padecido en algún momento de la vida.

A la migraña se la considera como una de las enfermedades no transmisibles más importantes del mundo, clasificándola en tercer lugar en términos de prevalencia global (14,70%) después de la caries dental en adultos (35,29%) y las cefaleas tipo-tensión (20,77%).

“Hay más de 100 tipos de cefaleas primarias distintas y más de 300 por causas secundarias. Pueden ser un síntoma de diferentes condiciones o una patología en sí misma, abarcando un espectro de entidades inofensivas hasta aquellas que ponen la vida en peligro, y el dolor es causado por la alteración de estructuras sensibles como músculos, nervios, vasos, tejidos subcutáneos, ojos, oídos, senos paranasales y membranas mucosas, entre otros”, explica el Dr. Osvaldo Bruera, médico neurólogo de INEBA especializado en el tema.

“A pesar de ser algo tan común, solo una minoría de las personas que las sufren reciben un diagnóstico apropiado formulado por un profesional sanitario. A escala mundial las cefaleas han sido subestimadas, se conocen mal y no reciben el tratamiento adecuado. Más allá de ser dolorosas per se, son incapacitantes. En el Estudio de la Carga Mundial de Morbilidad, actualizado en 2015, la migraña por sí sola representó la sexta causa mundial de los años perdidos por discapacidad. Se compara un día de migraña como un día de cuadriplejía, psicosis aguda o demencia”, agrega el Dr. Bruera.

Los desencadenantes
Un elevado porcentaje de personas migrañosas reconoce en algún elemento concreto la capacidad para desencadenar sus crisis. Sin embargo, no todas estas situaciones desencadenan ataques siempre ni en todas las personas. Según estudios publicados desde 1984, los factores más habituales son:

  • Psicológicos: como el estrés, la ansiedad y la depresión;
  • Hormonales: en períodos premenstruales y menstruales, durante la ovulación o en momentos anovulatorios, y en procesos de terapias hormonales sustitutivas;
  • Producidos por cambios de horarios: en períodos post-estrés como fines de semana o vacaciones);
  • Alimentarios: generados por ingesta de alcohol, quesos, ayuno, comidas ricas en nitritos, glutamato monosódico y aspartamo;
  • Ambientales: estímulos visuales, olores, cambios atmosféricos, altitud elevada;
  • Sueño: por exceso o falta del mismo;
  • Fármacos: nitroglicerina, reserpina o estrógenos;
  • Otros: traumatismos craneales, ejercicio físico o fatiga.
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“Estos mismos desencadenantes se pueden clasificar en controlables y no controlables. Entre los primeros encontramos el estrés – hoy la razón más frecuente por ser una respuesta a un estímulo emocional que genera ansiedad. Para reducir el estrés y gestionar los síntomas se recomienda realizar actividad física aeróbica y también ejercicios de relajación como yoga y respiración, aunque más allá de saber cómo aliviarlo, entenderlo y saber reconocerlo debe ser el primer paso para anticiparlo y gestionarlo mejor con el objetivo de limitar su efecto desencadenador en los ataques de dolor”, detalla el especialista.

Además del estrés, los desencadenantes controlables son la ansiedad, los horarios de sueño – es importante que la persona migrañosa pueda tener un sueño reparador – las comidas – que deben ser frecuentes y regulares – los alimentos – que pueden precipitar ataques - y el café, entre otros.

Migrañas y café, ¿son compatibles?
Muchas personas que sufren de migraña están interesadas en saber qué deben hacer con el café y otros estimulantes. En principio, no se deben prohibir los estimulantes como la cafeína, aunque no se debe tampoco realizar un consumo excesivo de los mismos.

“El café o la cafeína actúan como un arma de doble filo. Por un lado, tomarlo durante una migraña o justo al iniciarse el ataque puede ayudar a disminuir el dolor. Esto es porque la cafeína actúa como un vasoconstrictor de los vasos meníngeos cerebrales y ayuda a la absorción de los analgésicos y estimula al sistema nervioso central. Pero por otro, su consumo diario excesivo es malo porque genera una dependencia que, al suprimirse el bruscamente, da lugar a un síndrome de abstinencia que desencadena el dolor, además de interferir en un buen descanso dificultando el sueño reparador, además de ser un excitante que aumenta la ansiedad”, explica el especialista.

Causas no controlables
Entre las causas no controlables de dolores de cabeza se encuentran los cambios meteorológicos, el ciclo menstrual de las mujeres y la estimulación de los sentidos.

En cuanto al clima hay estudios que indican que los vientos cálidos, la exposición solar excesiva y los cambios bruscos de tiempo pueden ser factores que generen cefaleas, aunque en un cambio de tiempo hay muchas variables que pueden modificarse, por lo que es difícil identificar cuál es el fenómeno meteorológico específico causante de la crisis.

Respecto del ciclo menstrual, la mitad de las mujeres migrañosas reconocen una relación entre sus migrañas y el mismo. Suelen tener los ataques unos días antes, durante o poco después de la menstruación. Se cree que la migraña se relaciona con el descenso de los niveles de estrógenos que se produce antes de la menstruación.

Por último, algunas personas relatan que estar sometidas a una estimulación sensorial intensa, ya sea visual, auditiva u olfatoria, les puede provocar una migraña. “En relación con los estímulos visuales intensos puede ser cualquier estímulo, especialmente si son intermitentes. A nivel auditivo es similar, aunque podría afectar más el estar expuesto a una exposición auditiva constante. También es frecuente que las personas que sufren migrañas refieran que determinados olores les provocan ataques”, comenta el Dr. Bruera.

Tratamiento y calidad de vida
La población general no sabe mucho acerca de las cefaleas y no considera que sean una enfermedad grave porque se presentan generalmente por episodios, no son mortales ni se contagian. Las bajas tasas de consulta en los países desarrollados indican que muchos enfermos desconocen la existencia de tratamiento eficaz y se calcula que la mitad de las personas que padecen cefalea se tratan ellas mismas.

La finalidad de un tratamiento médico para la cefalea guiado por un especialista es vivir mejor. Es decir, no solamente reducir los ataques de dolor -aunque éste sea claramente un objetivo clave-, sino también reducir su impacto sobre las actividades, la sociabilidad y el estado de ánimo.

El tratamiento -preventivo y analgésico- tiene como objetivo la remisión o la reducción significativa de las características de los ataques de dolor: su frecuencia, su duración, su intensidad, sus síntomas etc., y eso sin sufrir ningún tipo de efecto adverso (o que sea aceptable) atribuible a la medicación administrada.
 
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