Desaprender: el programa de la Provincia de Buenos Aires para hombres que ejercen violencia
La violencia de género en tiempos de cuarentena plantea un doble desafío para el Estado y las organizaciones que se ocupan del tema: «el hogar es el espacio de aislamiento y, a la vez, el escenario donde la mujer está más desprotegida», advierten las profesionales a cargo del programa Desaprender, que funciona en el hospital Sor María Ludovica de La Plata, para el abordaje terapéutico de hombres que ejercen violencia y quieren dejar de hacerlo.
«En este momento tenemos demanda de nuevos ingresos al Programa todas las semanas y, dadas las circunstancias que plantea el aislamiento, estamos trabajando con el formato de reuniones virtuales», explica Sandra De Andrés, trabajadora social, coordinadora y una de las fundadoras de Desaprender, por donde ya pasaron 65 hombres.
El dispositivo, que hoy cuenta con el apoyo del ministerio de Salud bonaerense, nació por iniciativa del servicio Social y se sumaron profesionales Salud Mental que observaban con preocupación la reincidencia de violencia sobre niños y niñas, el incremento de hechos violentos en el relato de las mujeres que llevan a sus hijos al hospital e incluso, la observación dentro del propio establecimiento de escenas violentas durante las consultas y en salas de internación: hombres que a la vista de sus propios hijos, hijas e incluso del personal de salud maltrataban verbal y hasta físicamente a sus parejas o exparejas.
Muchos hombres llegan al grupo por derivación judicial y algunos, los menos, lo hacen por propia iniciativa a partir de la toma de conciencia del daño que infringen: «Encontré que no soy el único con este tipo de problemas, también que no todos los que se encuentran en situaciones similares analizan el por qué llegaron a eso y culpan a la otra persona por todo lo que les pasa; parece que es más fácil buscar una acción de la otra parte para justificar la violencia», dice ahora Gabriel J. uno de los varones que concurrió al Programa durante un año y medio para, justamente, 'desaprender' o deconstruir la violencia machista que terminó en una orden de restricción en su contra. Hoy, si bien no volvió con su exmujer, tienen una relación «en la que hay respeto y nos tratamos con cordialidad».
El equipo de trabajo está formado por las licenciadas en Trabajo Social, Sandra De Andrés y Mariel Tobalo Garay y la psicóloga Sandra Branchini, y el Programa pertenece a RETEM, que es la Red de Equipos de Trabajo en Masculinidades.
Por eso, explican las especialistas, con la intención de dar respuesta a ese vacío en el abordaje de la violencia de género surgió la inquietud de hacer algo con esos hombres: «los varones que ejercen violencia deben someterse a los marcos legales vigentes, pero está visto que el abordaje punitivo del problema es insuficiente, ya que el hombre actúa de la forma que sabe ante el problema y en la mayoría de las situaciones va en contra de quién lo ha denunciado, sin responsabilizarse por los daños y hechos cometidos», explica De Andrés y agrega que son muy pocos los que reconocen el problema y buscan asistencia porque, «por lo general, minimizan sus acciones y las definen como parte de 'un problemita', 'una discusión', 'lo normal'».
Cuando la Justicia los deriva al Programa Desaprender la mayoría se siente acorralado y, en un principio, muchos desconocen que será la puerta de entrada para una nueva vida, más saludable y equitativa: «esa resistencia muestra la necesidad de reforzar estos dispositivos con el apoyo de los distintos estamentos del Estado y la sociedad civil, para ofrecer alternativas más allá de lo punitivo y entrar en el campo de lo restaurativo», explica De Andrés.
El equipo reconoce que si bien el aislamiento actual es clave para contener la expansión de la pandemia, está claro que suele aumentar la tensión intrafamiliar: «porque la situación de muchas mujeres consiste en el encierro con quienes las someten a la violencia y al abuso de poder en sus múltiples formas: económica, sexual, simbólica y física».
Explican que suelen observar que, en este contexto, «muchos hombres se ven limitados para ejercer su rol de proveedor incorporado en los mandatos de masculinidad hegemónica y se hallan confinados al ámbito doméstico que no les es habitual». Desde el grupo, entonces, se trabaja a partir del diálogo individual y grupal sobre el respeto de los derechos de las mujeres, con aprendizajes que permiten la incorporación de nuevos modos de tramitar emociones como el enojo, la frustración y la exigencia.
Recién entonces, después de 17 años de relación, «empecé a pensar que yo tenía algo, porque siempre le gritaba, siempre quería tener razón y la agredía psicológica y físicamente, y aunque después me sentía mal nunca pedía disculpas, me encerraba». Cuando se concretó la separación buscó ayuda con un psiquiatra, después con una psicóloga y, recién unos meses más tarde, se enteró del 'Programa Desaprender' adonde concurría todos los miércoles por la mañana.
El dispositivo tiene un proceso de admisión con una serie inicial de entrevistas. Las especialistas aclaran que está dirigido a varones mayores de 18 años pero no son admitidos quienes padecen consumos problemáticos de sustancias sin tratamiento, ni quienes padecen trastornos mentales como psicopatías: «para este tipo de Programa es necesario que los concurrentes tengan un mínimo reconocimiento de los hechos cometidos». Luego de la admisión comienza la participación en el grupo con periodicidad semanal durante, aproximadamente, un año. En el proceso de trabajo, las coordinadoras del grupo toman contacto con las parejas o exparejas para informar acerca de la concurrencia del hombre agresor al programa y también se les informa si abandonan la propuesta.
Es larga la lista de aprendizajes que Juan enumera tras su paso por el Programa. Ahora sabe reconocer en su cuerpo las señales de ira: «si aparece el sudor, las palpitaciones y esa cosa que es como si algo me hirviera adentro tengo que cortar la situación, respirar, dar una vuelta y tomarme un tiempo para calmarme y pensar».
Dice también que ahora sabe «que no soy dueño de mi pareja, que somos dos personas por lo tanto pensamos diferente, que tengo que respetar la decisión que ella tome, que podemos acordar determinadas cosas pero siempre en un marco de charla».
Quienes como Pedro estén interesados en concurrir al 'Programa Desaprender' pueden escribir a programadesaprender@gmail.com o bien llamar por teléfono de lunes a viernes de 8 a 12 al Servicio Social del hospital Ludovica de La Plata al (0221) 457-5144.
«En este momento tenemos demanda de nuevos ingresos al Programa todas las semanas y, dadas las circunstancias que plantea el aislamiento, estamos trabajando con el formato de reuniones virtuales», explica Sandra De Andrés, trabajadora social, coordinadora y una de las fundadoras de Desaprender, por donde ya pasaron 65 hombres.
El dispositivo, que hoy cuenta con el apoyo del ministerio de Salud bonaerense, nació por iniciativa del servicio Social y se sumaron profesionales Salud Mental que observaban con preocupación la reincidencia de violencia sobre niños y niñas, el incremento de hechos violentos en el relato de las mujeres que llevan a sus hijos al hospital e incluso, la observación dentro del propio establecimiento de escenas violentas durante las consultas y en salas de internación: hombres que a la vista de sus propios hijos, hijas e incluso del personal de salud maltrataban verbal y hasta físicamente a sus parejas o exparejas.
Muchos hombres llegan al grupo por derivación judicial y algunos, los menos, lo hacen por propia iniciativa a partir de la toma de conciencia del daño que infringen: «Encontré que no soy el único con este tipo de problemas, también que no todos los que se encuentran en situaciones similares analizan el por qué llegaron a eso y culpan a la otra persona por todo lo que les pasa; parece que es más fácil buscar una acción de la otra parte para justificar la violencia», dice ahora Gabriel J. uno de los varones que concurrió al Programa durante un año y medio para, justamente, 'desaprender' o deconstruir la violencia machista que terminó en una orden de restricción en su contra. Hoy, si bien no volvió con su exmujer, tienen una relación «en la que hay respeto y nos tratamos con cordialidad».
El equipo de trabajo está formado por las licenciadas en Trabajo Social, Sandra De Andrés y Mariel Tobalo Garay y la psicóloga Sandra Branchini, y el Programa pertenece a RETEM, que es la Red de Equipos de Trabajo en Masculinidades.
Violencia en cuarentena
En el actual contexto de aislamiento social y preventivo, las profesionales de Desaprender celebran la reciente creación de la línea telefónica 'Hablemos', a cargo del gobierno provincial y el Colegio de Psicólogas y Psicólogos de La Plata, también dirigida a hombres agresores. Es que hace tiempo vienen advirtiendo que «las víctimas tienen un línea de orientación y ayuda y muchas son protegidas en albergues de resguardo, dejando toda su cotidianeidad, mientras que el varón suele quedarse en su casa sin sanción ni tratamiento lo que contribuye a que siga actuando violentamente, persiguiendo y hostigando a la pareja aún al salir del albergue».
Por eso, explican las especialistas, con la intención de dar respuesta a ese vacío en el abordaje de la violencia de género surgió la inquietud de hacer algo con esos hombres: «los varones que ejercen violencia deben someterse a los marcos legales vigentes, pero está visto que el abordaje punitivo del problema es insuficiente, ya que el hombre actúa de la forma que sabe ante el problema y en la mayoría de las situaciones va en contra de quién lo ha denunciado, sin responsabilizarse por los daños y hechos cometidos», explica De Andrés y agrega que son muy pocos los que reconocen el problema y buscan asistencia porque, «por lo general, minimizan sus acciones y las definen como parte de 'un problemita', 'una discusión', 'lo normal'».
Cuando la Justicia los deriva al Programa Desaprender la mayoría se siente acorralado y, en un principio, muchos desconocen que será la puerta de entrada para una nueva vida, más saludable y equitativa: «esa resistencia muestra la necesidad de reforzar estos dispositivos con el apoyo de los distintos estamentos del Estado y la sociedad civil, para ofrecer alternativas más allá de lo punitivo y entrar en el campo de lo restaurativo», explica De Andrés.
El equipo reconoce que si bien el aislamiento actual es clave para contener la expansión de la pandemia, está claro que suele aumentar la tensión intrafamiliar: «porque la situación de muchas mujeres consiste en el encierro con quienes las someten a la violencia y al abuso de poder en sus múltiples formas: económica, sexual, simbólica y física».
Explican que suelen observar que, en este contexto, «muchos hombres se ven limitados para ejercer su rol de proveedor incorporado en los mandatos de masculinidad hegemónica y se hallan confinados al ámbito doméstico que no les es habitual». Desde el grupo, entonces, se trabaja a partir del diálogo individual y grupal sobre el respeto de los derechos de las mujeres, con aprendizajes que permiten la incorporación de nuevos modos de tramitar emociones como el enojo, la frustración y la exigencia.
El aprendizaje de Pedro
«Por una nota en el diario de acá, de La Plata, me enteré que existía el Programa Desaprender, mandé un mail y fui durante un año y pico», cuenta Pedro J. empleado público de 42 años. En ese momento su pareja lo había denunciado: «me ordenaron no acercarme pero lo que realmente hizo que me cayera la ficha no fue la restricción, sino que ella se fuera».
Recién entonces, después de 17 años de relación, «empecé a pensar que yo tenía algo, porque siempre le gritaba, siempre quería tener razón y la agredía psicológica y físicamente, y aunque después me sentía mal nunca pedía disculpas, me encerraba». Cuando se concretó la separación buscó ayuda con un psiquiatra, después con una psicóloga y, recién unos meses más tarde, se enteró del 'Programa Desaprender' adonde concurría todos los miércoles por la mañana.
El dispositivo tiene un proceso de admisión con una serie inicial de entrevistas. Las especialistas aclaran que está dirigido a varones mayores de 18 años pero no son admitidos quienes padecen consumos problemáticos de sustancias sin tratamiento, ni quienes padecen trastornos mentales como psicopatías: «para este tipo de Programa es necesario que los concurrentes tengan un mínimo reconocimiento de los hechos cometidos». Luego de la admisión comienza la participación en el grupo con periodicidad semanal durante, aproximadamente, un año. En el proceso de trabajo, las coordinadoras del grupo toman contacto con las parejas o exparejas para informar acerca de la concurrencia del hombre agresor al programa y también se les informa si abandonan la propuesta.
Es larga la lista de aprendizajes que Juan enumera tras su paso por el Programa. Ahora sabe reconocer en su cuerpo las señales de ira: «si aparece el sudor, las palpitaciones y esa cosa que es como si algo me hirviera adentro tengo que cortar la situación, respirar, dar una vuelta y tomarme un tiempo para calmarme y pensar».
Dice también que ahora sabe «que no soy dueño de mi pareja, que somos dos personas por lo tanto pensamos diferente, que tengo que respetar la decisión que ella tome, que podemos acordar determinadas cosas pero siempre en un marco de charla».
Quienes como Pedro estén interesados en concurrir al 'Programa Desaprender' pueden escribir a programadesaprender@gmail.com o bien llamar por teléfono de lunes a viernes de 8 a 12 al Servicio Social del hospital Ludovica de La Plata al (0221) 457-5144.