A 100 años del descubrimiento de la insulina, donde no hay que perder el foco: la diabetes en la infancia
Diabetes. Escuchar esta palabra muchas veces genera confusión, dudas, miedos e incluso, se nos vienen a la cabeza posibles mitos sobre esta condición crónica endocrinológica, que pueden ser no certeros. Esto sucede frecuentemente cuando no se tiene información al alcance de la mano.
Hoy en día, 1 de cada 11 personas en el mundo tiene diabetes, una cifra que se prevé que se eleve a 1 de cada 9 para 2045 si no se toman medidas. Particularmente en Argentina, la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) alertó del incremento de esta condición que alcanza a más de 4 millones de personas en el país. Enfocándonos en las enfermedades crónicas más frecuentes en la infancia, la diabetes es una de ellas, ya que se calcula que 1 de cada 5000 niños tiene diabetes, pero esta cifra varía de un país a otro.
Existen distintos tipos de diabetes, como también, tratamientos para mejorar la calidad de vida de los niños. Sin embargo, la más común en los niños y adolescentes es la diabetes tipo 1. Esta afección, que requiere un control constante, se da cuando el páncreas no fabrica suficiente cantidad de insulina ya que el sistema inmunitario produce una destrucción de las células beta del páncreas, lo que origina una deficiencia total de insulina.
Los síntomas que pueden manifestar los niños con diabetes no siempre se presentan juntos y por ello no son bien reconocidos cuando aparecen. Algunos de ellos pueden ser:
El cuerpo necesita la insulina para que la glucosa (un azúcar) del torrente circulatorio sea convertida en combustible para los tejidos que lo necesitan, como los músculos y el cerebro. Sin insulina, el cuerpo no puede utilizar la glucosa y esta permanece en el torrente sanguíneo. Un tratamiento adecuado con insulina permite que los niños puedan vivir una vida plena.
De esta manera, una vez que la enfermedad es diagnosticada, el entorno familiar debe estar acompañado por profesionales que ayuden a transitar el camino, como también, por entidades como asociaciones que educan sobre la diabetes, informan sobre cómo prevenir complicaciones agudas y crónicas; y optimizan el tratamiento y la protección jurídica.
El niño poco a poco irá tomando las responsabilidades y hábitos para llevar una vida como la de cualquier otro chico, por lo que no se aconseja una sobreprotección sino educación diabetóloga. Sin dudas, la ayuda en el control adecuado de la glucemia por parte de la familia es siempre necesaria en la prevención de complicaciones.
Remontándonos en el tiempo, en 1921 se descubría la insulina, la cual logró un cambio radical en el tratamiento de la diabetes tipo 1, que hasta ese entonces significaba el peor escenario para los niños. A 100 años de su descubrimiento deseamos que el futuro de los niños con diabetes sea como el de cualquier otro. Para lograrlo, el objetivo primordial es enfocarnos en tratamientos innovadores y dispositivos médicos que mejoren sus vidas.
El compromiso y el ser parte de la solución, es el camino por donde tenemos que continuar. Buscar a través de la innovación, acelerar la prevención para disminuir la curva y centrar el foco en el objetivo final de encontrar la cura para la diabetes, es primordial. Mientras tanto, la innovación en los tratamientos es la mejor respuesta para mejorar las vidas.
La clave está en que científicos e ingenieros, continúen trabajando para impulsar las fronteras de descubrimiento y, sin dudas, la cadena de valor farmacéutica juega un rol fundamental para que las personas que lo necesitan puedan acceder a los mejores tratamientos y dispositivos.
Por: Judit Laufer, Presidente de la Federación Argentina de Diabetes y Miembro titular del Comité Ejecutivo IDF-SACA
Hoy en día, 1 de cada 11 personas en el mundo tiene diabetes, una cifra que se prevé que se eleve a 1 de cada 9 para 2045 si no se toman medidas. Particularmente en Argentina, la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) alertó del incremento de esta condición que alcanza a más de 4 millones de personas en el país. Enfocándonos en las enfermedades crónicas más frecuentes en la infancia, la diabetes es una de ellas, ya que se calcula que 1 de cada 5000 niños tiene diabetes, pero esta cifra varía de un país a otro.
Existen distintos tipos de diabetes, como también, tratamientos para mejorar la calidad de vida de los niños. Sin embargo, la más común en los niños y adolescentes es la diabetes tipo 1. Esta afección, que requiere un control constante, se da cuando el páncreas no fabrica suficiente cantidad de insulina ya que el sistema inmunitario produce una destrucción de las células beta del páncreas, lo que origina una deficiencia total de insulina.
Los síntomas que pueden manifestar los niños con diabetes no siempre se presentan juntos y por ello no son bien reconocidos cuando aparecen. Algunos de ellos pueden ser:
- Polidipsia: mucha sed y necesidad urgente de beber, incluso durante la noche
- Poliuria: necesidad de orinar con mucha frecuencia
- Polifagia: aumento patológico de la sensación de hambre y apetito que trae como consecuencia el exceso de la ingesta de nutrientes
- Adelgazamiento
- Astenia: sensación generalizada de cansancio que no desaparece con el descanso
- Trastornos visuales
El cuerpo necesita la insulina para que la glucosa (un azúcar) del torrente circulatorio sea convertida en combustible para los tejidos que lo necesitan, como los músculos y el cerebro. Sin insulina, el cuerpo no puede utilizar la glucosa y esta permanece en el torrente sanguíneo. Un tratamiento adecuado con insulina permite que los niños puedan vivir una vida plena.
Hábitos saludables, mejores pronósticos
Se aconseja la planificación semanal del menú de las comidas, tanto en casa, como en la escuela. La alimentación tiene que ser balanceada, variada y acompañada de actividad física. Además, incentivar a los niños a hacer deportes y jugar al aire libre, con el objetivo de evitar el sedentarismo, es una meta que debemos mantener siempre presente. Asimismo, el rol de los adultos en las familias en promover hábitos saludables es fundamental. La diabetes, afecta la vida diaria de quienes la transitan y la de sus familias.
De esta manera, una vez que la enfermedad es diagnosticada, el entorno familiar debe estar acompañado por profesionales que ayuden a transitar el camino, como también, por entidades como asociaciones que educan sobre la diabetes, informan sobre cómo prevenir complicaciones agudas y crónicas; y optimizan el tratamiento y la protección jurídica.
El niño poco a poco irá tomando las responsabilidades y hábitos para llevar una vida como la de cualquier otro chico, por lo que no se aconseja una sobreprotección sino educación diabetóloga. Sin dudas, la ayuda en el control adecuado de la glucemia por parte de la familia es siempre necesaria en la prevención de complicaciones.
Remontándonos en el tiempo, en 1921 se descubría la insulina, la cual logró un cambio radical en el tratamiento de la diabetes tipo 1, que hasta ese entonces significaba el peor escenario para los niños. A 100 años de su descubrimiento deseamos que el futuro de los niños con diabetes sea como el de cualquier otro. Para lograrlo, el objetivo primordial es enfocarnos en tratamientos innovadores y dispositivos médicos que mejoren sus vidas.
El compromiso y el ser parte de la solución, es el camino por donde tenemos que continuar. Buscar a través de la innovación, acelerar la prevención para disminuir la curva y centrar el foco en el objetivo final de encontrar la cura para la diabetes, es primordial. Mientras tanto, la innovación en los tratamientos es la mejor respuesta para mejorar las vidas.
La clave está en que científicos e ingenieros, continúen trabajando para impulsar las fronteras de descubrimiento y, sin dudas, la cadena de valor farmacéutica juega un rol fundamental para que las personas que lo necesitan puedan acceder a los mejores tratamientos y dispositivos.
Por: Judit Laufer, Presidente de la Federación Argentina de Diabetes y Miembro titular del Comité Ejecutivo IDF-SACA