Dengue: cómo reconocer los síntomas y diferenciarlos de la COVID-19
Los casos de dengue pueden aumentar en verano a partir de la proliferación del Aedes aegypti, el mosquito transmisor y el incremento del riesgo de la circulación viral. Cómo prevenirlo qué hacer frente a la aparición de síntomas.
El dengue es una enfermedad viral que se transmite por la picadura de mosquito. El Aedes aegypti es una especie que habita en los domicilios y zonas cercanas, cuya proliferación aumenta con temperaturas medias y altas. Cuando el mosquito pica a una persona enferma, se infecta y se convierte en transmisor de la enfermedad.
En el contexto de aumento de casos de COVID-19, los síntomas del dengue pueden confundirse con los provocados por el SARS-CoV-2 ya que, desde el punto de vista clínico, ambos pueden generar fiebre, cefalea y dolor muscular y articular. No obstante, el dengue puede estar acompañado de erupción cutánea y compromiso hematológico. En cambio, la COVID- 19 se relaciona más con cuadros respiratorios, tanto en vías aéreas superiores como inferiores. El estudio virológico es el que confirma el diagnostico.
«El dengue se presenta con fiebre y una variabilidad de síntomas que van desde un cuadro leve pseudogripal a formas graves con sangrados y otras complicaciones. La presencia de rash o brote también es frecuente», explica la especialista en medicina tropical del Servicio de Epidemiología e Infectología del Hospital Garrahan, Dra. Griselda Berberian.
En Argentina, durante la segunda mitad del 2022 no se notificaron casos autóctonos de dengue hasta el mes de diciembre, donde se confirmaron tres casos, según el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación. La presencia del virus en el contexto de las altas temperaturas y de mayor movilidad de personas dentro y fuera del país alertan para evitar la reproducción del mosquito, que además es responsable de la transmisión de otras enfermedades como zika y chikungunya.
Si bien la enfermedad es común en regiones con clima tropical y subtropical, en los últimos años se extendió a zonas más templadas como Buenos Aires.
Existen cuatro serotipos de virus del dengue. Cuando una persona que fue infectada por alguno de ellos se recupera, adquiere inmunidad de por vida exclusiva hacia ese serotipo en particular. Pero la posibilidad de reinfectarse con algunos de los otros tres serotipos restantes puede generar un alto riesgo de presentar la forma grave de dengue, que podría traducirse en una enfermedad más prolongada con síntomas más intensos que los observados durante el primer contagio.
Ante la sospecha de dengue no automedicarse y «siempre consultar al centro de salud más cercano para evaluar y categorizar el riesgo y la necesidad o no de internación, en especial las personas que ya presentaron una infección previa por virus dengue y aquellas que tienen más riesgo de presentar complicaciones como personas con diabetes, obesidad, cardiopatía, hemoglobinopatia, embarazadas, menores de 3 meses y mayores de 70 años», agrega la Dra. Berberian.
Para prevenir el dengue hay que evitar la proliferación del mosquito transmisor y evitar las picaduras. Para eso, se recomienda:
✔ Evitar recipientes que puedan acumular agua.
✔ Dar vuelta los recipientes que no puedan eliminarse.
✔ Controlar que el tanque de agua esté tapado.
✔ Evitar el agua de platos bajo macetas y floreros.
✔ Cambiar y limpiar los bebederos de mascotas.
✔ Mantener destapados los desagües de lluvia de los techos y rejillas.
✔ Colocar mosquiteros en las ventanas.
✔ Mantener el pasto cortado.
✔ Las piscinas deben tener agua limpia y clorada en forma adecuada durante todo el año.
✔ Usar repelente contra insectos en las zonas expuestas, sobre todo durante el día. En mayores de 2 meses pueden utilizarse repelentes con una concentración menor al 30% de DEET o picaridina. En niños, los repelentes siempre deben ser aplicados por adultos. No se debe utilizar en menores de 2 meses. Los repelentes ambientales -de enchufe- deben estar a no menos de 1.5 metros de los bebés.
✔ Colocar tul sobre la cuna o carros de bebés.