Diferencias entre estrés y ansiedad
En este artículo vamos a intentar aclarar las diferencias entre estrés y ansiedad. Se trata de dos conceptos que en ocasiones se utilizan indistintamente pero que tienen diferencias entre sí. En primero lugar definiremos ambos conceptos y posteriormente veremos qué relación tienen entre sí y sus diferencias.
El estrés no es una emoción en sí mismo, pero puede generar emociones a partir de su aparición. Está asociado a la aparición de diversos trastornos psicológicos, pero también existen factores de protección que ayudan a minimizar su impacto como las habilidades de afrontamiento o de resolución de problemas.
Es considerada un trastorno cuando se repite o alarga a lo largo del tiempo y tiene una intensidad elevada suficiente como para limitar la vida de la persona. Además, la respuesta ansiosa debe darse en situaciones en las que no hay presencia de ningún peligro y que esta respuesta no sea proporcional a la situación vivida. Normalmente la persona, ante la aparición de ansiedad de carácter clínico, realiza conductas orientadas a disminuir o eliminar la ansiedad. Estas conductas suelen traer más problemas a largo plazo, aunque alivian en un primer momento. De hecho, estos comportamientos suelen ser mantenedores de la ansiedad a lo largo del tiempo.
Por lo tanto, la ansiedad en sí misma es una emoción normal, pero puede convertirse en un problema cuando hay diferentes reacciones físicas y psicológicas intensas que no están relacionadas con un peligro real y que aparecen en forma de crisis o como un estado de inquietud más bien difuso y que persiste a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, si tienes una fecha límite para realizar una tarea determinada, la reacción de estrés será a corto o medio plazo. Si no puedes trabajar por algún motivo durante mucho tiempo, tienes problemas económicos o padeces una enfermedad crónica, la reacción se puede alargar en el tiempo. Esto significa que la reacción permanecerá el tiempo que esté presente el estresor. Si ya no se tienen problemas económicos, es probable que el estrés se marche. Si éstos permanecen, la respuesta de estrés permanecerá. Por eso, si no podemos modificar el estresor que está provocando la reacción, es importante su manejo mediante algunas estrategias psicológicas.
En cambio, en la ansiedad no hay un estresor externo y se trata de una reacción emocional amplia tanto a nivel de pensamiento, físico y de comportamiento.
La emoción de ansiedad habitualmente se activa al percibir una amenaza potencial y puede llevar a sensaciones similares a las que se experimenta cuando se está estresado. Ambas reacciones pueden conllevar síntomas como problemas digestivos, irritabilidad, ira, fatiga, dolor muscular o problemas de insomnio.
Otra diferencia entre ambos conceptos es la presencia de preocupaciones constantes y recurrentes. En la ansiedad no hay ningún problema que genere estas preocupaciones. A pesar de ello, pueden estar presentes la mayor parte del tiempo y ser más inespecíficas. Por otro lado, en el estrés la preocupación está focalizada en el problema concreto que esté experimentando la persona. En definitiva, el estrés es una respuesta que intenta adaptarnos al entorno que vivimos y sus exigencias, mientras que la ansiedad es una emoción que permite anticipar y prepararnos para amenazas que podrían poner en peligro a la persona.
Para finalizar, aunque tanto la respuesta de estrés como la emoción de ansiedad pueden tener una función muy positiva e importante en nuestra vida, debemos estar pendientes de posibles signos que nos sugieran que el estrés o la ansiedad nos está afectando, como los síntomas mencionados más arriba. En este caso, la recomendación es acudir a tratamiento psicológico para recibir ayuda en la gestión tanto del estrés como la ansiedad.
Autor: Psic. Adrián Hervás Pérez | PSICÓLOGOS ANIMAE
La definición: una respuesta y una emoción
De manera inicial, para entender qué es la ansiedad y el estrés, debemos comprender que son dos conceptos que están estrechamente relacionados pero diferentes entre sí. Por ello, vamos a tratar de encontrar las características básicas que presentan cada uno de ellos.
La reacción de estrés ante los problemas
Por un lado, el estrés se caracteriza por ser una reacción cuando la persona se ve incapaz para hacer frente a las exigencias externas. El estrés puede generarse, por ejemplo, al sentirse muy presionado, encontrarse con situaciones que no se pueden controlar, tener problemas económicos o tener una carga excesiva en el trabajo. El estrés se origina por situaciones que son de difícil gestión y la persona no se ve con suficientes recursos como para afrontarla. Se trata de un proceso de emergencia que nos ayuda a adaptarnos a las situaciones que vamos viviendo en nuestra vida. Dicho de otro modo, nos permite sobrevivir.
El estrés no es una emoción en sí mismo, pero puede generar emociones a partir de su aparición. Está asociado a la aparición de diversos trastornos psicológicos, pero también existen factores de protección que ayudan a minimizar su impacto como las habilidades de afrontamiento o de resolución de problemas.
La ansiedad y su anticipación a las consecuencias negativas
Por otro lado, la ansiedad es una emoción básica que todos podemos sentir. Se trata de una emoción que forma parte de nuestro repertorio. Aunque se pueda sentir o interpretar como una sensación desagradable, es algo normal en toda persona. De hecho, es muy necesaria y útil para todos nosotros. La emoción de ansiedad se basa en un estado de alerta que anticipa una situación peligrosa. Ante esta anticipación de la amenaza, aparecen síntomas tanto psicológicos como físicos. Para que la ansiedad se considere clínicamente significativa, debe cumplir con una serie de características de intensidad, contexto y duración.
Es considerada un trastorno cuando se repite o alarga a lo largo del tiempo y tiene una intensidad elevada suficiente como para limitar la vida de la persona. Además, la respuesta ansiosa debe darse en situaciones en las que no hay presencia de ningún peligro y que esta respuesta no sea proporcional a la situación vivida. Normalmente la persona, ante la aparición de ansiedad de carácter clínico, realiza conductas orientadas a disminuir o eliminar la ansiedad. Estas conductas suelen traer más problemas a largo plazo, aunque alivian en un primer momento. De hecho, estos comportamientos suelen ser mantenedores de la ansiedad a lo largo del tiempo.
Por lo tanto, la ansiedad en sí misma es una emoción normal, pero puede convertirse en un problema cuando hay diferentes reacciones físicas y psicológicas intensas que no están relacionadas con un peligro real y que aparecen en forma de crisis o como un estado de inquietud más bien difuso y que persiste a lo largo del tiempo.
¿Qué diferencias hay entre la ansiedad y el estrés?
Como mencionábamos al principio, existe un gran solapamiento entre ambos conceptos. Podemos entender que hay una fina línea entre la ansiedad y el estrés y que esto haya llevado a que en muchas ocasiones se confundan entre ambos. Aun así, existen diferencias entre la ansiedad y el estrés que debemos tener en cuenta. Una de las principales diferencias que se puede identificar entre ambos conceptos es que el estrés es una respuesta ante un estresor externo. Este estresor desencadena la reacción de estrés y puede mantener ésta a corto y largo plazo.
Por ejemplo, si tienes una fecha límite para realizar una tarea determinada, la reacción de estrés será a corto o medio plazo. Si no puedes trabajar por algún motivo durante mucho tiempo, tienes problemas económicos o padeces una enfermedad crónica, la reacción se puede alargar en el tiempo. Esto significa que la reacción permanecerá el tiempo que esté presente el estresor. Si ya no se tienen problemas económicos, es probable que el estrés se marche. Si éstos permanecen, la respuesta de estrés permanecerá. Por eso, si no podemos modificar el estresor que está provocando la reacción, es importante su manejo mediante algunas estrategias psicológicas.
En cambio, en la ansiedad no hay un estresor externo y se trata de una reacción emocional amplia tanto a nivel de pensamiento, físico y de comportamiento.
La emoción de ansiedad habitualmente se activa al percibir una amenaza potencial y puede llevar a sensaciones similares a las que se experimenta cuando se está estresado. Ambas reacciones pueden conllevar síntomas como problemas digestivos, irritabilidad, ira, fatiga, dolor muscular o problemas de insomnio.
Otra diferencia entre ambos conceptos es la presencia de preocupaciones constantes y recurrentes. En la ansiedad no hay ningún problema que genere estas preocupaciones. A pesar de ello, pueden estar presentes la mayor parte del tiempo y ser más inespecíficas. Por otro lado, en el estrés la preocupación está focalizada en el problema concreto que esté experimentando la persona. En definitiva, el estrés es una respuesta que intenta adaptarnos al entorno que vivimos y sus exigencias, mientras que la ansiedad es una emoción que permite anticipar y prepararnos para amenazas que podrían poner en peligro a la persona.
Para finalizar, aunque tanto la respuesta de estrés como la emoción de ansiedad pueden tener una función muy positiva e importante en nuestra vida, debemos estar pendientes de posibles signos que nos sugieran que el estrés o la ansiedad nos está afectando, como los síntomas mencionados más arriba. En este caso, la recomendación es acudir a tratamiento psicológico para recibir ayuda en la gestión tanto del estrés como la ansiedad.
Autor: Psic. Adrián Hervás Pérez | PSICÓLOGOS ANIMAE