Alerta alérgicos: Cómo cuidarse en la primavera
Con la llegada de los días más lindos y más largos con más horas de sol, las actividades al aire libre, son las protagonistas. Caminar, correr, andar en bicicleta o disfrutar un picnic en una plaza (reforzando nuestros vínculos sociales) cobran protagonismo. Sin embargo en esta época, la presencia del viento que transporta los pólenes de los árboles (plátanos, fresnos, ligustros, sauces) que polinizan en esta fecha, puede convertirse en un verdadero enemigo para las personas alérgicas.
Los pólenes son muy livianos y en los días ventosos pueden desplazarse hasta varios metros de distancia. Asimismo, ante la presencia de ráfagas intensas, los frutos de los árboles caen al piso y explotan por choque osmótico, liberando sustancias bioactivas, azúcares, lípidos y hormonas. En los alérgicos, estas sustancias invaden el sistema inmunológico desencadenando crisis de alergia y los síntomas cuando no son controlados comprometen la calidad de vida.
Algunas recomendaciones (durante los días ventosos):
- Usar anteojos
- Usar mascarillas o tapabocas
- Evitar las actividades al aire libre los días en que la intensidad del viento sea mayor que los días normales
- Al regresar de la calle, se sugiere bañarse, lavar el cabello y cambiarse la ropa.
- Evitar secar la ropa al aire libre
- Ventilar los ambientes con prudencia
- Uno de los órganos que debemos cuidar, con más ahínco, durante esta estación, es la piel. Sigmund Freud decía que la piel es la expresión del alma, lo que nos pone en la obligación de prestarle la atención que se merece:
- La piel siente, suda y tiene necesidades propias
- Es una barrera activa entre nuestro cuerpo y el medioambiente
- Nos preserva de la acción de elementos nocivos
La piel está inervada por casi un millón de fibras que están distribuidas en forma de terminaciones nerviosas, que hacen posible sentir diferentes sensaciones como el picor, el ardor, el frío y el calor. El clima cambia, del invierno seco y frío pasamos en primavera a una temperatura más agradable, que va aumentando de manera paulatina junto con la humedad ambiente. Comenzamos a usar ropa más liviana y exponemos nuestra piel, que se ve deshidratada. En las personas con piel sensible o que padecen de alergias cutáneas, dermatitis atópicas y rosácea, entre otras alteraciones, la piel por efecto del viento y el estrés puede irritarse aún más. Nuestra piel necesita de cuidados permanentes durante todo el año, pero es en primavera cuando recomendamos afianzar estos cuidados para que la llegada del verano encuentre una piel ya preparada a la exposición más intensa de los rayos solares.
Recomendaciones para el cuidado de la piel:
- Protección solar: debemos usar productos con factor 30 ó 50 todos los días del año. Las consecuencias del cambio climático, el aumento de la contaminación ambiental y la radiación ultravioleta agreden nuestra piel de manera constante, y la piel necesita de un equilibrio para cumplir con la función de barrera natural.
- Hidratación: es necesario ingerir aproximadamente 2 litros de agua por día, que no debe ser reemplazada por otras bebidas como jugos, infusiones o gaseosas. Sentir sed es el primer indicio de que necesitamos aumentar la ingestión de agua. Ahora que muchos trabajamos en casa, debemos tener una botellita de agua al lado de la computadora, para tener presente la necesidad de tomar líquido.
- Dieta balanceada: las frutas y verduras ayudarán también a que la piel luzca de otra manera, son fuente de vitaminas y pueden reemplazar a los snacks innecesarios y no tan sanos.
- En especial en las personas alérgicas, se deben usar cremas. Estas deben ser ligeras, para evitar que la piel se sienta pegajosa, y con efecto emoliente. Su composición hace que tengan efectos de humectación y lubricación: tienen glicerina, vaselina y lanolina, y también aceites vegetales (oliva, coco, almendras), que mejoran el estado nutricional de la piel.
Los productos hipoalergénicos también son de gran ayuda, porque acondicionan y protegen la piel sin riesgo de toxicidad. El cuidado de la piel no solo tiene un fin estético. Su integridad es fundamental para protegernos de infecciones y agentes nocivos que pueden afectar todo nuestro organismo y funcionamiento.
Autor: Dra. Stella Maris Cuevas: MN: 81701. Médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)